– ¡Mudo!, ¡Mudo!, ¡Mudo!- Gritaban unas niñas de entre 6 y 10 años y salían corriendo.
Quino, pronunciaba la vocal “a” de una forma desgarrada, profunda y alta. Gritaba y salía tras ellas.
Eran poco más de las siete de la mañana de un viernes. Ese repetitivo sueño le había despertado, pero ya no merecía la pena seguir durmiendo. A las siete y cuarto, era la hora en la que el despertador sonaba y había que levantarse. Una duchita, a vestirse y bajar a desayunar. Continue reading “Viernes”